Jimmyhu © flickr |
Los laboratorios EnoPharma han creado una pÃldora que manda unas descargas al córtex prefrontal, que a su vez estimulan el tálamo, la estructura neuronal encargada de los sentidos, para que cause unas "ganas locas" de escribir. El cientÃfico a la cabeza del proyecto, Richard Omerone, asegura que este avance podrÃa mitigar el efecto del "bloqueo literario" que tantos problemas acarrean a los escritores. "SerÃa como Robert Louis Stevenson con Dr. Jekyll y Mr. Hyde: terminarÃan sus novelas en cosa de una semana". La pÃldora se encuentra en su fase beta y en los próximos meses podrÃan realizarse las últimas pruebas en sujetos humanos.
Mola, ¿eh? Yo también querrÃa sufrir dulces delirios y locuras a cambio de un trabajo terminado. Se acabó el pasarse todo el verano tirándoos de los pelos. La letra pequeña advertirÃa del peligro de esta droga, sus efectos secundarios y su posible adicción, no a los componentes quÃmicos, sino al sabor de una novela con punto y final.
Pero esto es la vida real y ni existen los laboratorios EnoPharma, ni la explicación del córtex prefrontal es cierta. Ni de lejos, si os paráis a pensar. Lo que yo propongo es una solución más sana a largo plazo: la constancia.
Esta mañana leÃa en el blog personal de Lorena W. una entrada sobre los Plazos de entrega de los concursos. Muchos de nosotros tenemos la intención de terminar una historia y probar suerte en los certámenes nacionales, ¿y qué pasa? Que mientras las primeras semanas es todo euforia, nuestro estao de ánimo decae hasta el famoso 'no llego'. Esto es lo que dice mi compañera bloggera y tiene toda la razón. De hecho, hay un cuadro explicativo que lo resume muy bien.
A mà me funciona contar los dÃas que quedan hasta la fecha final de entrega y el número de páginas aproximadas que me ocupará la novela. Luego lo divido y el resultado serán las páginas que tengo que escribir cada dÃa para cumplir ese plazo. Normalmente son dos páginas. AsÃ, al final del mes tendrÃa más de 60 páginas. Nada mal. Y quién sabe si un dÃa te quedas pegado a las letras y te apetece escribir un par más, o prefieres continuar a mano en el parque, o tras volver de una noche loca. Todo es posible porque somos escritores.