5+1 claves antes de enviar tu manuscrito a un corrector

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Cezare-me © DeviantArt
"¿Qué puedo hacer antes de contactar con un corrector de estilo?" es, junto a "¿a qué os dedicáis exactamente los correctores?" una de las preguntas que más veces he tenido que responder. He decidido, pues, explicar aquí por puntos lo que yo considero agradable como correctora cuando recibo una novela nueva. O una proposición de novela nueva, más bien. Ante todo, os advierto de que estos puntos no van a abriros el cielo. No son aspectos técnicos ni increíbles; tienen que ver más con la lógica y el respeto en una cadena de montaje, donde uno siempre intenta facilitar la tarea al siguiente. Vamos allá:

1. Poner punto y final a la novela. Parece obvio, pero no es la primera vez que alguien intenta que corrija una novela inacabada. Ignoro si hay correctores que trabajan capítulo por capítulo a medida que el autor escribe, pero diría que antes de dar por hecho una u otra metodología, es preciso acotar sus pautas. Cada maestrillo tiene su librillo, dice mi madre. Las cosas claras y el chocolate espeso. Etcétera.
2. Releer el manuscrito una o dos veces. "Y... ¡fin! ¡Enviando al corrector, a las editoriales y a mi abuelito para que la lea!" Solo tu abuelito la leerá con cariño. Las editoriales tardarán eones en contestar, si es que lo hacen, y no pasarán de las primeras diez páginas. En cuanto al corrector, le molestaría mucho comprobar que lo que le han enviado es un borrador. Ni siquiera una primera versión, ¡un borrador! Es una proto-versión del producto final. No creeríais la de erratas tontas que el mismo escritor puede eliminar en la lectura. Eso nos agiliza el trabajo y permite que nos dediquemos a la novela en profundidad casi desde el principio.
3. El corrector no es un editor. Entiendo que pueden parecer profesiones entrelazadas por eso de que el editor se ahorra el sueldo del corrector cargando con su trabajo -y luego pasa lo que pasa-, pero no es así. Un corrector no tiene por qué daros una opinión de vuestra novela, ni aseguraros un feedback, al menos no en el sentido estricto de comunicación constante. Personalmente, no estoy acostumbrada. Hago un cierto asesoramiento simultáneo mediante la caja de comentarios -esta escena pasa muy rápido, aquí falta chicha...-, pero no es imprescindible. El 'coaching' es propio del editor. Si este también es corrector ya no lo sé, pero habría que ver el porqué de esa fusión.
4. Acordar previamente las cláusulas. El formato, el tipo de corrección, la forma de trabajar, los plazos y cualquier peculiaridad que merezca la pena saber. A mí no me importa recibir emails kilométricos si con ellos tengo claras mis herramientas para empezar.
5. Confiar en el otro. Es un asunto peliagudo. Sobre todo para los escritores sin editorial, que quieren autoeditarse o simplemente tener una novela bien pulida y preparada para la acción, buscar un buen corrector puede ser complicado. Hay estafadores en todas las profesiones, personas que os venderán humo transformado en una corrección de mierda, o incluso quienes podrían intentar utilizar inapropiadamente vuestro manuscrito. Ante cualquier búsqueda yo siempre recomiendo pagar la profesionalidad. No obstante, un corrector principiante puede ser buenísimo desde el principio. A lo que me refiero es que no intenten daros gato por liebre. Buscad garantías de su trabajo, referencias, contrato, tarifas... En su forma de expresarse veréis si hay profesionalidad. Al menos es lo que me gusta pensar. Sabréis que habéis encontrado a un buen corrector cuando podáis dejar vuestra novela en sus manos sin miedo a nada. Como si se fuera a un campamento de inglés. Volverá más resabida que nunca.
6. Corregir es un trabajo remunerado. Nada más que añadir aquí.

Si hay alguna duda, no dudéis en comentarlo. :3

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