No creía que los besos tuvieran fuerza para cambiar el curso del destino. Si bien algunos senderos aparecen sin hollar, como recodos de nieve virgen, lo creía profundamente marcado desde el día en que nacemos. También creía que los sentimientos estaban hechos de átomos y no de alientos; que el insomnio solo podía padecerlo por ansiedad y no por una caricia; que el corazón solo sabía detenerse ante las malas noticias y no a dos centímetros de otro como él, un corazón herido y cálido, fiero e ilusionado.
Soy Eleazar, periodista y autora de ciencia ficción. He publicado Bajo la piel de la ciudad, Andros ¡y más! En mis ratos libres practico kendo, pero también me gusta jugar a videojuegos y sentarme en un banco a comer pipas.