Cuando la página en blanco no es lo que parece

11:32:00

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Hace meses que no escribo nada. Hace meses que me siento todos los días durante al menos una hora a dejar que los dedos vuelen sobre el teclado y solo de vez en cuando caen palabras en forma de frases. Un buen día equivale a quinientas palabras. Los días de mil, o mil y pico palabras, son tan maravillosos como infrecuentes. Pero existen y me agarro a ellos como un clavo ardiendo. Cuando digo que escribo, me refiero a todo: relatos, artículos, historietas…, cualquier cosa que rellene folios físicos o digitales; y no me refiero a nada más, no pienso en la calidad ni en la coherencia de lo que escribo, ni en la técnica. Nada. Escribir. Solo escribir.

Al principio lo achaqué a que había empezado a trabajar. Ocho horas, cinco días a la semana quitan mucho tiempo. El resto lo comparten kendo, las tareas del hogar y mis aficiones, entre las que incluyo socializar, leer, ir al cine y un sinfín de cosas que alargarían innecesariamente este párrafo. Intentar llegar a todo es una auténtica locura, me dije después de un mes levantándome a las siete de la mañana para escribir, así que debo priorizar. Me compré una pizarra e hice una lista en función de lo que quería hacer y las ganas que tenía de hacerlo, y resultó, claro, que no quería gastar tiempo en forzarme a escribir, y que cuanto más lo hacía, peor me salía, y cuanto peor me salía, más eludía el momento. Las consecuencias fueron que dejé de llegar no solo a los plazos de los demás, sino a los que me proponía yo misma. Dejé de presentarme a concursos. Dejé apartado el blog. Dejé de currármelo. Me bastaba con redactar algo para salir del paso, esperando que en algún momento mi cabeza volviera a su sitio. A veces pasa, ¿no? Se oye un clack y los engranajes vuelven a funcionar. Bueno, tampoco fue así.

El grifo de ideas nunca se ha secado aunque estuviera peleando con esto. Han surgido proyectos de diversa índole que, francamente, me encantaría abordar, pero me siento como si hubiera una barrera entre el qué y el cómo y entre el qué y el cuándo. Algunas personas me siguen llamando escritora, pero yo ya ni me atrevo a decirlo en voz baja. Ni en la mente, casi. Escritora es la que escribe, no quien se estresa solo con pensar en escribir y se agobia cuando comprueba que es incapaz de hacerlo.

2015 ha sido un año de golpes duros y cambios, de madurar aceleradamente para poder seguir el ritmo de la vida. En otra ciudad, con un trabajo del que no puedes desprenderte porque quieres seguir donde estás, te das cuenta de los privilegios que tienen muchos otros con respecto a sus inquietudes profesionales y deseas y piensas: ojalá pudiera ser uno de ellos, ojalá me atreviera a dar otro salto de fe sin pensar en la caída. Ahora apenas puedo juntar palabras sin arrugarme el cerebro. Y no hablemos de la extraña presión en el pecho cuando no logro llegar a la meta, o cuando me rindo antes de empezar porque sé que me apagaré a mitad de camino. Pelear con esas sensaciones es duro. Mi equipaje, unas veces más liviano que otras, me ha empujado a abandonar durante un tiempo algo que a otros les ha salvado la vida.

La página en blanco también puede ser depresión. Así lo cuenta la autora Mary Robinette Kowal en su blog personal, una experiencia que apenas entra en detalles privados sobre una etapa complicada entre ella y la escritura. Al final reúne una lista de consejos, desde hacer ejercicio por las mañanas hasta convertir tareas aburridas en pequeños retos.
The biggest thing to say to you though, is that if you are having trouble writing take a look at what’s going on. Ask yourself if something is wrong with the story, or if the thing that is wrong is outside the story.
Ensayo y error; probar y fracasar y volver a probar y quizás pronto empezar a ganar. En el fondo siento que debía dar una explicación de esta ausencia. Tampoco quiero terminar el post sin hacer una segunda lista, más corta y perfeccionada, de lo que me gustaría hacer a partir de este punto:
Para eso estoy leyendo mucho. Escribir es mi reacción particular a la lectura. Me empuja a imaginar a mis personajes en situaciones que he leído. Esa fue la razón por la que empecé, y me alegro de ver que no ha cambiado.
Y añado: y escribir solo para mí. Si consigo entrar en algún proyecto conjunto o me veo preparada, adelante; si no, tampoco pasa nada. Una preocupación menos. Esto no implica que vaya a abandonar cualquier idea que conlleve un esfuerzo. Hablo de no penalizarme a mí misma.
Escribir es una carrera en solitario. Sin embargo, a nadie le hace daño compartir sus alegrías y sus penas aunque sea para darse cuenta de que no está solo. Existen mil millones de autoras y autores en el mundo, experimentamos situaciones similares a lo largo del tiempo… Esa es la realidad: no estamos solos.

La literatura tiene esa parte sanadora que viaja entre el autor y el lector. Es un poco contradictorio escribir para entender qué ocurre con el acto personal de escribir, pero liberador también. Nos cuesta hablar de lo que sucede dentro de nuestras cabezas, no sé si porque nos han educado para verlo como una debilidad. En cualquier caso, hoy ha sido un día maravilloso. 1013 palabras.

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5 comentarios

  1. Mucho ánimo, en serio ♥ No creo que se pueda decir mucho más y realmente la página en blanco en muy muy dura (la mía duró dos años e intento no pensarlo demasiado por si vuelve), pero me parece que la pequeña lista que tienes ya es algo muy bueno que has sacado. ¡Un abrazo!

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  2. Estoy igual que tú, incapaz de escribir nada por más y más ganas que tengo de ponerme; es que no me sale nada. Ni siquiera una palabra con la que empezar. Voy a leer el artículo que has enlazado, que tiene pinta de ser interesante, y te mando muchos ánimos para que poco a poco vayas consiguiendo salir de este bache. Y, por supuesto, a cualquier cosa nos tienes en Twitter o Facebook para hablar =)

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  3. Espero que vayas saliendo poco a poco de esta mala racha. Mucho ánimo con ello y sin presiones, a tu ritmo.

    Besos.

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  4. Hola

    Pues espero que tengas más días maravillosos como ese en el que escribiste esta entrada.

    Supongo que lo que te pasa es una mezcla de todas las causas que comentas. No sabría decirte una solución, pero te animo a cosas sencillas como anotar el número de palabras que vas escribiendo. Las puedes poner en un Excel con las fechas y con un total al lado. A mí me funcionó, me animaba cuando el número total, al cabo de unas semanas llegaba a las cinco cifras :)

    Ánimo, un saludo y feliz Navidad.

    Juan.

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