Céfiro Relatos 14:52:00 Fuente. Las escaleras del porche se abrÃan a un vasto campo mecido por la brisa nocturna. El aire penetraba el trigal y levantaba un siseo que me adormecÃa poco a poco, como si escuchara la canción secreta de un momento irrepetible. Apoyé la cabeza en la viga de madera que sostenÃa la entrada de la casa. Cerré los ojos. OÃa grillos en la lejanÃa y nada más; una noche como aquella, densa y brillante, serena y limpia, y tú a mi lado en silencio mirando al infinito era todo lo que querÃa y también todo lo que necesitaba desde hacÃa tiempo. Una estrella fugaz recorrió el cielo. De repente, comprendà algo: yo soy la luz que guÃa mi camino, yo soy el fuego que devora la oscuridad. ¡Sigue leyendo!Compartir